Para cada pregunta hay 4 respuestas posibles, de las cuales solo una es correcta. Si el alumno puede eliminar una o dos "respuestas erróneas" y dudar entre las dos restantes, debe responder al azar. De lo contrario, es mejor no contestar.

Si aplica este método durante todo el cuestionario, seguro que al final gana. Un alumno que rellene toda la cuadrícula al azar tendrá una nota final cercana a cero con nuestro sistema de calificación. Con una posibilidad entre cuatro de acertar (y, por tanto, de obtener 4 puntos) y perdiendo una cuarta parte de esa puntuación (1 punto) cada vez que se equivoque en una respuesta, llegará estadísticamente a un total cercano a cero.


En cambio, un alumno que no esté seguro de cuál de las cuatro respuestas posibles es la correcta, pero que sea capaz de eliminar dos respuestas erróneas pensando, por ejemplo, se verá favorecido porque tendrá un 50/50 de posibilidades de acertar y aun así sólo perderá un punto si se equivoca. Pero sólo por haber pensado antes las distintas posibilidades tendrá más posibilidades.

Y, en definitiva, eso es lo que queremos: que los alumnos aprendan a pensar antes de responder.